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Pesarios vaginales

Los pesarios uterinos son dispositivos que se colocan en la vagina como un tampón y sirven para elevar y dar soporte, recolocando durante su uso el útero, la vagina, la vejiga o el recto cuando cualquiera de ellos ha descendido de su lugar. Es decir, cuando existe un prolapso de órganos pélvicos. Esto sucede frecuentemente cuando no se trata la debilidad de los tejidos y músculos del suelo pélvico, que empieza a manifestarse con leves pérdidas de orina, o tras una histerectomía.

La corrección que logra un pesario ginecológico recolocando los órganos que han descendido o incluso han salido al exterior, y la existencia de modelos que pueden llevarse durante las relaciones sexuales, son una garantía para mantener una vida sexual normal. Su uso es muy eficaz también para evitar la incontinencia de esfuerzo, ya que al elevar las paredes de la vagina corrigen el ángulo del cuello vesical evitando los escapes de orina al realizar un esfuerzo brusco y repentino.

Los pesarios vaginales se suelen prescribir en mujeres con cualquier tipo y grado de prolapso, en casos de incontinencia urinaria de esfuerzo, cistocele, rectocele, en el postparto, en retracciones de cicatrices y para prevenir partos prematuros. Así pues, no están recomendados cuando hay infección vaginal, cuando hay sangrado de origen desconocido, en casos de enfermedad pélvica inflamatoria o de ulceración de las paredes vaginales.

Pesarios para suelo pélvico

El soporte que otorgan los pesarios para suelo pélvico recoloca y fija los órganos liberando la presión y facilitando la irrigación sanguínea y la oxigenación de los tejidos. Retrasan y evitan la cirugía del prolapso y su empeoramiento, reducen el impacto sobre los músculos pélvicos y ayudan a su rehabilitación, evitan la incontinencia urinaria, dan soporte a personas de edad avanzada o con sobrepeso y además, con una alternativa en casos de cirugías sin éxito o cuando no se pueden realizar.

Así pues, el pesario para prolapso debe ser lo suficientemente grande para permanecer colocado sin producir molestias y bajo la supervisión y prescripción de un ginecólogo o fisioterapeuta especialista. Él será quien decida el tipo y tamaño del mismo y cuántas horas se puede llevar colocado al día. No debe interferir a la hora de ir al baño, ni debe producir incontinencia urinaria, ni siquiera debe notarse al permanecer colocado.

Se coloca igual que un tampón intentando comprimirlo entre el pulgar y el índice. Dependiendo de la prescripción, el material del dispositivo y los tiempos que indique el fabricante, existen modelos que pueden llevarse colocados una media de 28 días ininterrumpidamente y hay otros que incluso ilimitadamente, hasta que el profesional que ha prescrito el pesario uterino considere necesario.