Hoy tenemos el placer de contar con  una colaboración muy especial en el Blog de En Suelo Firme, la de Elena González, psicóloga y psicoterapeuta sevillana que nos invita a adentrarnos en el maravilloso mundo de la maternidad desde la perspectiva emocional hablando sobre la psicología en el embarazo. 

Esperamos que disfrutéis de su lectura tanto como nosotras y que os ayude a comprender mejor el tiovivo de emociones cuando damos a luz. Os dejamos con ella:

He acompañado a muchas mujeres en esos momentos previos y posteriores a esa maravillosa experiencia que vivimos las mujeres al dar la vida. También yo misma he dado a luz.

Y no es fácil desde un lado ni desde el otro.

No es fácil «controlar» el mundo emocional propio durante el puerperio y primeros meses de nuestro bebé (llantos, irritación, sensación de «no puedo más», «¿qué me está pasando?»…).

Ni es fácil acompañar a una mujer en ese estado. Acompañándola de forma ajustada, sin hacer por ella (decirle qué hacer o sentir, cuidarle a su bebé…), pero sin dejarla sola.

No es fácil porque la razón, la lógica no vale. Y a eso es a lo que estamos acostumbrados cuando nos enfrentamos a querer solucionar algún problema.

El cuerpo de la mujer se transforma en el embarazo

Una sensación bastante común entre todas las mujeres que hemos dado a luz es la sensación de que tu cuerpo deja de pertenecerte.

Y esa sensación, por «romántica» que suene, no es una sensación agradable porque afecta a nuestra propia identidad.

Durante el embarazo todos nuestros órganos internos se mueven de lugar, nuestra tripa aumenta de forma considerable, nuestro pecho se vuelve hiper-sensible…

Después, con nuestro bebé en brazos, en esas primeras semanas (donde no tienes tiempo ni para ir al baño) tu cuerpo vuelve de nuevo a recolocarse, tu musculatura perineal y abdominal no te responde, tus pechos toman vida propia…

Hasta los 6 meses (de media) no adquirirás tu peso previo, además te acompañarán con bastante probabilidad: estreñimiento y hemorroides, respiración alterada (mayor aumento de oxígeno en reposo), aumento de tamaño y temperatura de los pechos…

Por cambiar, cambia hasta nuestra gravedad. Durante el embarazo, nuestra postura tendía hacia delante. Y ya sin bebé dentro, nos echamos hacia atrás. De ahí que muchas mujeres tengan sensación de pérdida de equilibrio.

Lo mejor de todo: tu bebé. Y cuanto más tiempo estés con él/ella, más lo cojas, lo beses, lo huelas y lo tengas contigo, más oxitocina generará tu organismo, y mejor podrás sobrellevarlo todo.

Sobre la psicología en el embarazo

Lo que rodea a una mujer recién parida

Todo el mundo a nuestro alrededor nos recuerda «lo felices» que «debemos ser» con nuestro bebé. Y no es que no lo seamos, sino que, las sensaciones y emociones no se imponen, no se racionalizan, hay que esperarlas, respirarlas, y sentirlas. Y eso requiere fundamentalmente, TIEMPO.

En un momento donde te sientes MUY vulnerable, donde aunque no seas madre primeriza, es tu primera vez con este bebé, primeras miradas, primeros llantos, primeros momentos de dar el pecho (o biberón).

Y en esos momentos tu intimidad se ve vulnerada por visitas de familiares y amigos, médicos y enfermeras… Todos tienen una opinión sobre ti y tu bebé.

¿Te imaginas en esos primeros días de enamoramiento con tu pareja siempre rodeados de gente? En esos momentos donde sólo quieres comerte a besos a tu pareja… estar todo el tiempo rodeados de gente, que con toda su buena intención, no deja de opinar si besas bien o mal… Ridículo, ¿verdad? Pues así está planteada socialmente la maternidad en nuestros días.

Tú escuchas a tu madre, hermana, tía, matrona, médico… Te sientes vulnerable, tus hormonas te tienen revolucionada, y perdida. Tu cabeza no te responde. Es como un tiovivo. Gente que sube y baja, tú que subes y bajas. Y en medio de todo eso, está tu bebé, un ser pequeño y muy demandante que tienes que atender.

Si además, no es tu primer hijo, y al volver a casa, tienes otro/s que atender; la sensación de «estar superada» es inevitable.

La necesidad de gritar «SOCORRO» te recorrerá las venas. No te creas una super-woman, no es necesario.

Puedes pedir ayuda. Elige bien a quien. Que no haga las cosas por ti. Tú eres la madre. No dejes que te vuelvan «niña».

psicologia durante el embarazo

Es como un tiovivo. Gente que sube y baja, tú que subes y bajas. Y en medio de todo eso, está tu bebé, un ser pequeño y muy demandante que tienes que atender.

Emociones en el embarazo

El mundo emocional de una mujer recién parida

No creo en la «depresión post parto».

«¡Ah!, pero ¿es un tema de creer o no creer?»- dirás.

Aparte de lo que las clasificaciones de enfermedades mentales establezcan. Creo firmemente que toda mujer tiene capacidad e instinto suficiente para poder criar a su hijo y que eso la colme de felicidad. Porque estamos programadas genéticamente para eso. Sencillamente.

El problema llega cuando no queremos ser «sencillas».

Cuando no queremos «dejarnos llevar».

Cuando queremos «controlar» todo lo que sucede a nuestro alrededor, cuando queremos ser «perfectas».

Cuando nuestra propia rigidez no nos permite escuchar nuestro instinto, nuestro cuerpo.

¿Te encuentras ahí? ¿En ese momento en que tu día a día es un tiovivo de emociones? ¿Donde en un rato puedes sentir pena profunda, rabia, miedo y alegría a la vez?

Bien. Pues párate un momento. Respira. Vuelve a respirar. Escucha tu respiración, si es abdominal o torácica. Busca ampliar tu respiración (puedes tumbarte boca arriba, poner un almohadón y respirar como en la imagen de abajo). Tómate 10-15 minutos solo para respirar. Y después trata de identificar cuál es tu vivencia emocional.

emociones en el embarazo

Busca ampliar tu respiración: túmbate boca arriba y tómate 10-15 minutos solo para respirar. Después, trata de identificar cuál es tu vivencia emocional.

La vivencia de «explotar, de romperte en pedazos»

No es real, aunque nuestra cabeza así lo quiera creer. A nivel emocional es como si no fuéramos la mujer adulta que somos. Nos dejamos «dominar» por una bebé de pocos meses de edad emocional, que siente un miedo irracional por no sentirse arropada, atendida en las necesidades propias básicas. La figura cuidadora de esa bebé que fuimos se mostró poco empática, perdida, confundida; por lo que no pudimos construir nuestra identidad básica, es decir saber lo que necesitamos, queremos, deseamos.

En el momento presente, a través de  darnos tiempo para respirar, y sentir, podemos ser consciente de nuestras emociones, de nuestro cansancio, de las necesidades de nuestro bebé. Despeja el miedo irracional a romperte. Ya eres una mujer adulta que cuida a un bebé.

La vivencia de «ser usada»

Resuena en muchas mujeres recién paridas. Es algo irracional, que conecta con vivencias antiguas. Es nuestra propia niña de 2-3 años de edad emocional que se apodera de la mujer adulta que somos. Esa niña que necesitó y tuvo que reprimir sus propias necesidades para darle a «otro» (mamá, papá, abuela…) lo que ella/él deseaba.

En el momento presente, eres una mujer adulta que por un período limitado de tiempo, va a centrar gran parte de su energía en criar a un bebé.

La vivencia de «rechazo, no soy válida»

Cuando esta vivencia se apodera de nosotras, lo hace convertida en la niña que fuimos con 4-5 años, que se encontró atrapada emocionalmente en la necesidad de ser «perfecta», de «hacerlo todo bien», para ser reconocida, «vista». Cuando no recibe una aprobación constante, siente el rechazo irracional. Párate y mírate. Reconócete y valórate. Ya no necesitas que nadie vea lo bien que lo hiciste.

Ahora, como mujer adulta estás encargada de criar a tu bebé, a quererlo, olerlo, mimarlo. Nadie mejor que tú sabe de tu valor como mamá.

¿Y qué hacer con esas vivencias irracionales?

Sencillo. No lo compliques con teorías, consejos o creencias.

CONFÍA EN TU INSTINTO. Tu instinto debe ser tu mejor consejero. Recuerda que estamos programadas genéticamente para criar. Disfrútalo. No pelees contra tu instinto.

Y si no te es suficiente. Acude a terapia especializada en la psicología en el embarazo. Que un terapeuta te ayude a reconciliarte con tu instinto sin miedos irracionales.

¿Cómo estás tú viviendo tu maternidad? ¿Te encontraste con «tus sombras»? ¿Pudiste confiar en tu instinto? 

[box type=»info» size=»large» style=»rounded» border=»full»]Elena González Psicóloga emociones cuando damos a luzElena González es psicóloga colegiada AN07460 y psicoterapeuta acreditada por el International Institute for Bioenergetic Analysis. Con consulta en Sevilla.

La puedes encontrar en su página web aquí: www.cuidatupsique.com, en su canal de Youtube y en las redes sociales Facebook y Twitter: @ElenaPsique

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Escrito por: Laura Rojas (Fisioterapeuta En Suelo Firme)

Fisioterapeuta especializada en suelo pélvico y licenciada en Periodismo por la UCM, combina su labor asistencial como fisioterapeuta pelviperineal con su labor divulgativa a través de En Suelo Firme. Su formación y experiencia en el ámbito de la comunicación se unen a una fuerte vocación de servicio y a un inagotable interés por la salud integral de la mujer, desarrollada en el ámbito de la fisioterapia obstétrica y uroginecológica, valorando y tratando los trastornos funcionales del periné, que pueden afectar a nivel urológico, coloproctológico, ginecológico y sexológico, con el objetivo de mejorar la calidad de vida de la mujer y el hombre en las distintas fases de su ciclo vital.

2 Comentarios

  1. Mar viernes, 22 julio 2016 at 20:11 - Responder

    Muchas gracias, tengo un bebé de 4 meses y ciertamente estoy subida en un tiovivo!! Efectivamente esto no es tan idílico como a veces te lo hacen creer. El parto fue muy duro y estos primeros meses también. No he tenido la «suerte» de un parto idílico y un bebé idílico (duerme poco y ha tenido problemas digestivos importantes), pero cuando me sonríe la pequeña me lleno de felicidad!! Ánimo a todas.

  2. Duna martes, 2 febrero 2016 at 12:07 - Responder

    Estupendo artículo. Yo no soy madre aún, pero estoy harta de esas personas que te venden la moto de que tanto el embarazo como el parto son ideales, que se enamoraron de su bebé en cuanto lo tuvieron en brazos y que recuperaron su figura enseguida. Luego te das de bruces con la realidad y te sientes culpable, claro.

    Muchas gracias, Elena, por compartirlo.

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