¿Quieres conocer porqué si tienes un suelo pélvico débil no es recomendable que uses tacones? En el post de hoy vamos a contarte los efectos perjudiciales que el uso y, sobre todo, el abuso de los zapatos de tacón alto tiene sobre algunas partes de tu cuerpo y, en concreto, para tu suelo pélvico.
Suelo pélvico débil
Ya te hemos hablado en multitud de ocasiones de que la reeducación del suelo pélvico débil no se puede limitar a la realización de cientos de ejercicios de Kegel todos los días o usar unas bolas chinas.
Esta insistencia la basamos en dos motivos fundamentales.
En primer lugar, porque los músculos del suelo pélvico no trabajan de manera aislada, como tampoco lo hace ninguna otra parte de nuestro cuerpo, sino que lo hacen en un equilibrio dinámico, es decir, en movimiento, con el resto de músculos, huesos, ligamentos, etc. que se encuentran en su misma cadena o adyacentes a ellos.
Por ese motivo, de nada serviría fortalecer una pequeña pieza de ese amplio puzle de elementos si queremos que todo el conjunto trabaje en movimiento coordinado y de manera correcta.
En segundo lugar, porque las causas que originan una disfunción del suelo pélvico débil son múltiples, variadas y a veces no fáciles de identificar.
Debemos ser conscientes de que el suelo pélvico, en la mayoría de las veces, no es el problema sino más bien la víctima.
La consecuencia de una serie de malos hábitos o prácticas perjudiciales, a veces, acaban teniendo un resultado en forma de una incontinencia urinaria, una incontinencia anal, un prolapso o cualquier otra disfunción de nuestro suelo pélvico.
Podríamos decir sin dudar que el mayor enemigo de nuestro suelo pélvico es la ignorancia.
¿Suelo pélvico débil? ¡No uses tacones!
No saber localizarlo, no saber identificar los signos de alarma cuando algo no va bien, no conocer qué hábitos o prácticas lo están perjudicando, no saber darle un tratamiento adecuado cuando lo necesita y un largo etcétera son los verdaderos enemigos de nuestra salud pélvica, produciendo un suelo pélvico débil .
Recibimos muchos mensajes de mujeres que nos dicen que no saben por qué sufren incontinencia urinaria de esfuerzo o qué les ha llevado a ser diagnosticadas de un prolapso.
Mujeres jóvenes, que no han dado a luz, que no practican deportes de impacto y que no saben identificar el origen de su disfunción de suelo pélvico.
Problemas tan dispares como el estreñimiento, la práctica de ejercicios hiperpresivos o la somatización del estrés y la ansiedad pueden llegar a predisponernos para tener un suelo pélvico débil o en excesiva tensión.
Uno de esos motivos que quizás no imaginabas que tenía una repercusión tan grande en la salud de tu suelo pélvico es el uso y abuso de tacones.
Creo que nadie duda de que el uso de tacones no es la práctica más saludable para nuestros pies o nuestros tobillos, pero sus perjuicios van mucho más allá de nuestras extremidades inferiores y que pueden dañar gravemente nuestra salud si tenemos suelo pélvico débil.
El desequilibrio que provocan los tacones provoca que otras estructuras del cuerpo tengan que compensar y soportar un anormal reparto del peso para el que no están preparadas, provocando la aparición de lesiones y de con suelo pélvico débil .
La prensa y las revistas femeninas, tan preocupadas de ofrecernos información relevante, ya se han encargado de mostrarnos los juanetes de ciertas famosas a las que es habitual ver sobre altísimos tacones o las terapias a las que se someten para solucionar sus problemas de espalda.
Lesiones que provoca el uso de zapatos de tacón
Las lesiones que se producen con mayor frecuencia debidas al uso de zapatos de tacón son:
Juanetes o halux valgus
Consecuencia directa del uso de zapatos de tacón con horma estrecha, se trata de una deformidad del dedo gordo del pie cuya articulación va saliéndose hacia afuera hasta que llega a montarse sobre el segundo dedo.
Puede llegar a ser muy doloroso y el tratamiento para su corrección suele ser quirúrgico, aunque, a veces, ni siquiera así se llega a corregir totalmente.
Metatarsalgias
Se trata del dolor causado por el apoyo del pie al andar con tacones sobre la base de los metatarsos, la almohadilla anterior a los dedos de los pies, en lugar de repartir el peso sobre toda la planta del pie como sucedería al andar con zapato plano o descalzos.
Cuando la compresión de los dedos se alarga y repite en el tiempo, la metatarsalgia se puede cronificar afectando incluso al nervio interdigital, que se encuentra situado entre los dedos tercero y cuarto, provocando un dolor muy intenso que se denomina neuroma de Morton.
Dedos en martillo
Otra posible consecuencia del uso excesivo de zapatos de horma estrecha y tacón alto es la retracción de las falanges de los dedos haciendo que estos permanezcan doblados hacia abajo.
Uñas encarnadas
Cuando la uña crece clavándose en la piel del dedo hablamos de uña encarnada, una lesión bastante dolorosa provocada por el uso de zapatos inadecuados para el pie.
Esguinces de tobillo
Los esguinces de tobillo son una de las lesiones más frecuentes cuando se usan zapatos de tacón muy alto ya que se pierde el apoyo completo sobre la planta del pie y los músculos estabilizadores se debilitan.
Otros problemas derivados de la alteración del reparto de cargas y del patrón de la marcha que se pueden producir en el medio o largo plazo son:
Acortamiento de los gemelos
Consecuencia directa de andar con estos músculos contraídos es que, a la larga, se acorten tanto los gemelos como el resto de musculatura posterior de la pierna lo que puede acarrear, a su vez, otras molestias como por ejemplo en las rodillas o en el tendón de Aquiles.
Fascitis plantar
La fascitis plantar es un dolor muy agudo, como un pinchazo, que se produce en la planta del pie cerca del talón y se produce como consecuencia de la sobrecarga, la retracción del tendón de Aquiles y otras alteraciones muy típicas al usar zapatos de tacón.
Artrosis de rodilla
La artrosis de rodilla se puede producir como consecuencia de una degeneración en su estructura debida a un mal reparto de las cargas de manera continuada en el tiempo.
Impacto de los tacones al suelo pélvico débil
Tal y como nuestra compañera Laura comentaba en su artículo sobre la relación que existe entre la postura y el suelo pélvico y yo misma te recordaba en este otro post sobre la relación entre el diafragma y nuestro suelo pélvico, debemos tener claro un concepto importantísimo y que afecta directamente a nuestra salud abdomino pélvica que se llama presión.
La gestión de la presión intraabdominal clave en la salud del suelo pélvico
Así mismo, como ya hemos explicado en otros posts, el core es el centro de gravedad y de transmisión de fuerzas y de energía de nuestro cuerpo, desde el que se inician y se sostienen todos los movimientos.
El core es una especie de cilindro situado en la parte baja de nuestro tronco, que nos rodea a modo de corset proporcionándonos estabilidad y que está formado por:
- El suelo pélvico cerrándolo en la zona inferior.
- El diafragma como cierre superior.
- Los músculos abdominales profundos, transverso y oblicuos.
- La zona lumbar, los multífidos situados junto a las vértebras, parte de los glúteos, etc.
Cuando estos elementos que componen el core se encuentran en forma y funcionan correctamente, las diferentes presiones que se generan en su interior al movernos, al inclinarnos, cuando el potentísimo músculo diafragma se contrae y baja con un estornudo o con la simple respiración, son gestionadas saludablemente y se reparten de manera inocua.
Imaginaos un neumático hinchado con una perfecta forma redonda.
Si por cualquier motivo una pequeña parte del neumático se debilita, la presión tenderá a salir por esa parte, abombándola y con el riesgo de que explote por ahí.
Cuando realizamos deportes hiperpresivos o de impacto, cargamos o empujamos peso con asiduidad o tosemos frecuentemente, lo que estamos provocando es la debilidad de una parte de nuestro core (normalmente el suelo pélvico, pues son músculos más pequeños y menos potentes) y eso se puede traducir en una hernia inguinal, una incontinencia urinaria o fecal o un prolapso.
Cómo compensar las posibles hiperpresiones intraabdominales
Básicamente tenemos tres posibles alternativas:
1 Evitar las hiperpresiones en la medida de lo posible
Si puedes dejar de practicar ese tipo de ejercicios que, a la larga, debilitará alguna parte de tu core, muy probablemente tu suelo pélvico, tales como los abdominales tradicionales o ciertos deportes de impacto, no lo dudes y deja de practicarlos o protege tu suelo pélvico de sus posibles perjuicios.
2 Mantener en forma el suelo pélvico y el core
Mantener saludables todos los elementos del core y suelo pélvico, es decir, unos músculos fuertes, tonificados y elásticos en su justa medida, que puedan soportar sin claudicar las presiones a las que se van a ver sometidos en el día a día y al realizar posibles actividades hiperpresivas.
3 Garantizar que las presiones se reparten saludablemente en la pelvis
Adoptar una postura correcta es la manera más eficaz de repartir las presiones intraabdominales mientras permanecemos sentados durante largas horas delante de un ordenador, por ejemplo.
La inclinación de la pelvis, diferente en el hombre y en la mujer, y la disposición de todos los elementos que forman el core está diseñada de tal manera que las presiones que le transfiere el resto del cuerpo se reparten, incidiendo sobre el llamado núcleo fibroso central del periné, y no provocan ningún daño.
¿Pero qué ocurre cuando esa disposición se ve alterada?
Lo mismo que ocurre cuando apretamos un globo por una de sus partes.
La presión tenderá a salir por la parte más débil o acabará debilitando aquélla que recibe la mayor presión.
Los tacones alteran la estática lumbo pélvica
Numerosos estudios, como este realizado por el Institut Universitaire de Réadaptation del Hôpital Bellevue en Francia, están confirmando el importante papel de la lordosis lumbar y la anteversión de la pelvis, que modifican la dirección de las fuerzas intraabdominales, y su incidencia directa en las tasas de incontinencia urinaria de esfuerzo y el prolapso.
Cuando la inclinación de la pelvis y de la columna vertebral no es la correcta, tal y como sucede cuando usamos tacones, que provocan una hiperlordosis, las presiones intraabdominales ya no recaen sobre la zona correcta, el núcleo fibroso del periné más hacia el sacro y el cóccix, sino que tienden a hacerlo sobre la más débil, la apertura vulvar.
Esto, a la larga, si no es compensado y corregido, provocará una debilidad de la musculatura del suelo pélvico y una disfunción.
Tal y como varios científicos biomecánicos norteamericanos llevan insistiendo los últimos años, el uso habitual de tacones altera notablemente la estática lumbo pélvica, el equilibrio dinámico y genera patrones de movimiento perjudiciales.
De especial interés nos parece este artículo del biomecánico Erik Dalton donde se explica de manera muy gráfica el efecto del uso de tacones sobre todo el cuerpo y especialmente los cambios que se producen en los tobillos, caderas, rodillas, columna vertebral y en la cabeza.
Las curvas lumbar y cervical se acentúan, el cuello se tensa, el centro de gravedad del cuerpo se adelanta, el peso del cuerpo ahora recae sobre la parte anterior del pie, el tendón de Aquiles de tensa y contrae, etc.
Pero, el principal cambio provocado por el uso de tacones que dejará indefenso a nuestro suelo pélvico frente a las presiones intraabdominales es la anteversión de la pelvis que ahora ya no podrá recoger de manera inocua esas fuerzas, sino que las desviará hacia otra parte más débil, tal y como hemos visto.
En definitiva, la pérdida de la inclinación neutra de la pelvis tanto hacia delante como ocurre con el uso de tacones, como hacia atrás, como ocurre cuando permanecemos sentados muchas horas, donde además tendemos a echar todo el peso del tórax sobre el abdomen, supone un alto riesgo de debilitamiento de los músculos del suelo pélvico.
Como ves, nuestro cuerpo es un conjunto de elementos que trabajan en coordinación y donde todo está conectado en ese equilibrio dinámico que decíamos al principio.
Espero que te haya resultado útil este artículo y aunque no dejes de usar zapatos de tacón puntualmente, al menos, te haya convencido de que su uso habitual no es lo más saludable.
Si piensas que puedes ayudar a más mujeres con suelo pélvico débil con la lectura de este post, compártelo en las redes sociales.
Si no quieres perderte ninguno de nuestros artículos semanales, ¡apúntate a nuestra newsletter!
Madre y profesional que, tras experimentar dos partos traumáticos y enfrentar la violencia obstétrica en ambos, decidió tomar el control de su salud y bienestar. Durante su proceso de recuperación, se sorprendió al descubrir el enorme desconocimiento y los mitos que rodean el suelo pélvico, un tema clave para la salud femenina. Su búsqueda la llevó a la reeducación abdominopélvica, una disciplina completamente desconocida en la sanidad pública española de aquel momento, pero ampliamente cubierta en otros países europeos.
Después de su recuperación física y emocional, se comprometió a ayudar a otras mujeres que, como ella, se sienten desamparadas y desinformadas. Junto a Laura Rojas, fundó En Suelo Firme, un proyecto dedicado a proporcionar información fiable y accesible sobre la salud del suelo pélvico, rompiendo tabúes y ofreciendo soluciones basadas en la evidencia científica. Su objetivo es empoderar a las mujeres para que recuperen su bienestar y calidad de vida.
Hola,
muchas gracias por el artículo. Yo no uso tacones pero uso esas plantillas invisibles, que van dentro del zapato, y elevan el pie unos centimetros desde la mitad hacia atrás, como si se tratase de una cuña. ¿Tienen el mismo riesgo?
Hola Doctora! Tuve una princesa hermosa aún todavía tengo la panza ya llevo siete meses, tengo la faja puesta todos los días, un día me soñé que tenía el abdominal muy plana así que me preocupe y fui al médico tengoq Diastasis de rectos abdominales. Me dicen tengo hacer una cirugía en ombligo no se si es cierto?
Hola Ángela:
Muchas gracias por compartir tu caso con nosotras. En nuestro blog hablamos en profundidad sobre la diástasis.
Cada caso es diferente y por esta vía no puedo decirte si en tu situación particular debes operarte. Te aconsejo que busques una segunda opinión, y a ser posible, acudas a un fisioterapeuta especializado en suelo pélvico que te valore la diástasis y te indique cómo puede ayudarte a través de ejercicios a mejorar tu diástasis de rectos.
Suerte y un abrazo!