¿Sabías que uno de cada cuatro embarazos no llega a término? En el post de hoy quiero contarte cómo viví mi embarazo después de un aborto espontáneo y otras experiencias obstétricas que me parece importante visibilizar.
Si tú también has sufrido alguna pérdida gestacional, estoy segura de que empatizarás con el contenido de este post en el que comparto contigo todo lo que nunca he contado sobre mis embarazos.
Para empezar me toca ser sincera y, con ello, visibilizar uno de los mayores tabús que rodean el embarazo y la maternidad: Los abortos espontáneos y el duelo perinatal.
Y es que si digo “mi embarazo” debería especificar a qué embarazo me refiero, claro. Porque no solo he tenido uno, el embarazo de mi hija nacida en 2018 y del que habrás visto alguna foto con barriguita en redes sociales.
En realidad he estado embarazada tres veces en mi vida.
He estado embarazada tres veces, aunque sólo tenga una hija
Sí, he tenido la fortuna de ver esas ansiadas dos rayitas del test más de una y más de dos veces en mi vida.
Pero no tuve la fortuna de que todos mis embarazos llegaran a término.
Antes de mi hija, tuve un embarazo que acabó en la semana 8 de gestación y, después de ella, además muy recientemente, he vuelto a tener otro aborto espontáneo.
Cuando digo que es un tema tabú, lo digo de corazón. Pocas personas han sabido de mi última pérdida gestacional, ¿por qué? Porque llega un momento en que si no vas a tener el sostén emocional que necesitas en ese momento, prefieres directamente no contarlo.
Tal vez no lo sabías, pero se estima que 1 de cada 4 embarazos no llega a término, así que, no me extrañaría que tú que estás viendo este vídeo, hayas vivido algo parecido o conozcas a alguien que lo ha vivido.
La dificultad con la que la sociedad afronta este tema resulta desolador para las mujeres que lo atravesamos. Las típicas frases de “eres muy joven, ya tendrás más”, “seguro que el bebé no venía bien, es mejor así” o “suerte que ha sido al principio y no más adelante”… aunque vengan de alguien que, con su mejor intención te quiere ayudar, no ayudan en absoluto. Al contrario, solo sirven para invalidar tu dolor y tu tristeza.
Si estás pasando por algo así, te abrazo muy fuerte y te invito a compartir todo lo que necesites en comentarios. Seguro que entre todas podemos ayudarnos.
Recibí un trato inadecuado por parte de algunos profesionales obstétricos durante mi embarazo y mi aborto espontáneo
Otra de las cosas que nunca he contado sobre mi embarazo es que algunos de los profesionales sanitarios que me atendieron fueron lo opuesto al profesional empático y respetuoso que todas desearíamos tener en cuestiones de salud, y especialmente en esta etapa, la del embarazo, de máxima vulnerabilidad.
En el primer aborto experimenté un trato frío e inhumano por parte de la ginecóloga que me atendió. Mientras me hacía la ecografía, hablaba con una compañera suya como si yo no estuviera allí y le decía, antes de explicarme a mí, “no hay nada, restos abortivos nada más”.
Durante uno de los controles rutinarios del embarazo que sí llegó a término también viví una experiencia muy negativa por parte del ginecólogo y la enfermera que pasaba consulta con él. Malas formas como “súbete ahí y te tapas”, de manera autoritaria, “no hables” mientras me tomaba la tensión pero yo respondía a las preguntas que el médico me hacía en ese momento, o un “hija no es para tanto” al tomar una muestra y yo moverme ligeramente por la incomodidad.
Estas situaciones y otras faltas de respeto o actos de violencia obstétrica mucho, pero mucho más graves se siguen dando cada día en centros de salud, hospitales y consultas de obstetricia.
En su día, varias compañeras ginecólogas y matronas me sugirieron poner una reclamación por la mala atención recibida. Por diversos motivos, sobre todo, emocionales, yo no me sentía nada combativa en esos momentos, así que dejé pasar la oportunidad de poner una reclamación.
Pero si volviera atrás, tengo claro que las pondría.
Considero que dejar constancia por escrito de cómo esos profesionales de la salud que deben cuidarnos, en vez de esto, nos han dañado de alguna manera, es la mejor forma de hacérselo saber a ellos y a sus superiores y, además, una manera muy sanadora de reparar el daño para con nosotras.
Es algo que todas deberíamos hacer, por nosotras mismas y por las que vengan después.
Otro tema del que poco se habla es del tiempo transcurrido hasta lograr un embarazo. En mi caso, en el primer y segundo embarazo, este tiempo se me hizo muuuuy largo.
Cuando la búsqueda de embarazo se alarga más de lo deseado
Y es que la búsqueda de embarazo se puede convertir en un proceso largo, y en ocasiones, complejo a nivel personal y de pareja.
Hemos crecido pensando que quedarnos embarazadas era algo extremadamente fácil. Para muchas mujeres puede que así sea. Pero para muchas otras no es así.
Y este es otro de los temas que me gustaría visibilizar.
En ocasiones, el embarazo no llega tan fácil y tan rápido como desearíamos o como nuestras expectativas nos hacían creer.
Para muchas mujeres, para muchas parejas, ver que pasan los meses y el embarazo no llega… puede resultar desesperante, afectando mucho emocionalmente y condicionando la vida sexual y afectiva en pareja. Porque muchas veces los encuentros sexuales se limitan a procrear y no tanto a disfrutar, se concentran en los días fértiles y se desdibujan fuera de estos…
Es fácil caer en ese bucle y si esto pasa sería muy saludable parar un momento, respirar, reconectar y dialogar mucho acerca de cómo nos sentimos y cómo queremos que sea este camino de búsqueda.
Pero, en este sentido, ¿cuándo pensar que “estamos tardando demasiado” en lograrlo? En general, se dice que tras 12 meses sin éxito en búsqueda activa de embarazo, o tras 6 meses si tenemos más de 35 años, sería recomendable buscar ayuda profesional.
En mi caso, realmente no tardé tanto, pero a mí se me hizo largo por lo que decía antes, por la creencia esa de “a la primera o como mucho a la segunda, igual que le pasó a mi hermana o a mi madre”. Ay… las expectativas.
Lo que a mí me ayudó mucho fue conocer más y mejor mi ciclo, los síntomas en torno a la ovulación, la presencia de moco cervical, etc. Para muchas mujeres esto no es tan obvio y puede llevar un poquito de tiempo conocerse. Además, existen otras ayudas que pueden ser útiles como las tiras de orina para medir la hormona LH, cuyo presencia en el test nos indica que la ovulación está a punto de producirse.
La cuarta cosa que me apetece compartir por el hecho de normalizar y visibilizar es que, la vivencia de un embarazo después de haber tenido un aborto espontáneo, puede ser un poquito convulsa.
La ambivalencia emocional del embarazo después de un aborto espontáneo
Por un lado yo sentía una alegría infinita, y por otro un miedo atroz al momento de ir a hacer pis y al limpiarme ver sangre en el papel.
Además de la parte emocional, en mi caso, también la parte física se vio afectada.
¿Por qué? Pues porque me daba miedo hasta respirar. Me daba miedo siquiera moverme más rápido de lo habitual.
Eso me llevó a que durante el primer trimestre, que es cuando más alta es la incidencia de abortos espontáneos, apenas hiciera ejercicio, sino más bien me convirtiera en bicho bola y entre el cansancio, el sueño que se intensifica por la acción de las hormonas y el miedo, básicamente me dedicara a comer y descansar.
La importancia de cuidar cuerpo y mente durante el embarazo
Si volviera a atrás lo haría diferente. Porque continuar tu práctica de ejercicio físico que venías haciendo antes de quedarte embarazada no solo no es perjudicial, si tu embarazo es sano y de curso normal, sino que es muy beneficioso, tanto para ti como para la criatura que crece dentro de ti.
Tras una pérdida gestacional, es común creer que has tenido la culpa, que algo que hiciste o que no hiciste, es la causa por la cual el embarazo no prosperó.
Pero no es culpa tuya. Me costó tiempo entenderlo. Pero así es.
Pasado ese primer trimestre, lo confieso, tampoco es que me esmerara mucho en cuidar mi cuerpo a través del ejercicio. En casa del herrero cuchara de palo, ya lo dice el refrán.
Lo comparo con mi actividad física actual y mis rutinas de entrenamiento de ahora y pienso, ¡madre mía! Qué bien me habría ido esto en aquel momento.
En fin, no podemos cambiar el pasado. Pero lo cuento porque creo que mi experiencia os puede ayudar a elegir lo mejor para vosotras.
Y lo mejor, sin duda, es tomar conciencia de que cuidar la alimentación y entrenar durante el embarazo es un pilar de salud fundamental que nos puede ayudar en muchos aspectos:
- a regular el aumento de peso
- mejorar el descanso
- reducir el riesgo de disfunciones de suelo pélvico como la incontinencia urinaria, el prolapso o la diástasis abdominal.
- tener un mejor parto y recuperación posparto.
Por eso, desde Suelo Firme hemos creado el curso online que a mí misma me habría gustado tener durante mi embarazo, MaternActivas, un completo programa de entrenamiento adaptado por trimestres que ayude a todas las mujeres a vivir su embarazo de la forma más activa y saludable posible.
Si algún día tengo la suerte de volver a vivir un embarazo, no me cabe la menor duda, seré una MaternActiva más.
Y esto es todo lo que quería contaros en este primer experimento de vídeo que, espero de corazón, os haya gustado, o mejor aún, os haya ayudado.
Porque muchas de las cosas que nos preocupan son, precisamente, esas de las que no hablamos pero, al decirlas en alto nuestros miedos se hacen más pequeñitos, nos entendemos mejor a nosotras mismas y el camino se hace más amable… y más humano.
¡Un abrazo gigante y te leo en comentarios!
Fisioterapeuta especializada en suelo pélvico y licenciada en Periodismo por la UCM, combina su labor asistencial como fisioterapeuta pelviperineal con su labor divulgativa a través de En Suelo Firme. Su formación y experiencia en el ámbito de la comunicación se unen a una fuerte vocación de servicio y a un inagotable interés por la salud integral de la mujer, desarrollada en el ámbito de la fisioterapia obstétrica y uroginecológica, valorando y tratando los trastornos funcionales del periné, que pueden afectar a nivel urológico, coloproctológico, ginecológico y sexológico, con el objetivo de mejorar la calidad de vida de la mujer y el hombre en las distintas fases de su ciclo vital.