Ya hemos hablado de las causas y síntomas de prolapso más frecuentes, pero también debes conocer los distintos grados de prolapso que existen y sus diferentes tipos, así como las opciones de tratamiento que pueden llevarse a cabo. Como siempre, el objetivo es ayudarte a prevenir problemas o mejorarlos si ya los sufres.

¿Cómo? Compartiendo contigo información actualizada y de calidad para luchar contra el desconocimiento que existe en torno a esta parcela de la salud femenina. En este caso, tal es la falta de información y el secretismo con el que muchas mujeres lo viven, que se ha llegado a hablar de epidemia silenciosa refiriéndose al prolapso. Tenemos en nuestras manos la opción de intentar cambiarlo, y nosotras, desde aquí, ya hemos empezado.

Tipos de prolapso

Recordemos que cuando mencionamos los grados de prolapso nos referimos al descenso de uno o más órganos de la cavidad pélvica hacia el exterior. El órgano que desciende puede ser la vejiga, el útero, la vagina, la uretra o el recto, aunque también puede darse el caso de que desciendan dos o más de ellos. Algunas mujeres sólo presentan un tipo de prolapso, mientras que otras sufren una combinación de dos o más. Esto es debido a que los órganos y tejidos pélvicos están tan intrínsecamente agrupados y sus funciones tan interrelacionadas que, si no se trata, el prolapso puede acabar por afectar a las estructuras adyacentes.

Por lo general, los tipos de prolapso reciben el nombre del órgano que cae o sale al exterior, pero es importante señalar que el problema no comienza en el órgano que desciende, sino en un debilitamiento de los tejidos que sostienen dichos órganos; es decir, de los músculos, ligamentos y tejido conectivo que forma el suelo pélvico.

Cistocele

Es el más frecuente de los tipos de prolapso en la mujer y se produce cuando la vejiga cae hacia la vagina, formando un bulto en la pared anterior de la misma. Con frecuencia, tanto vejiga como uretra (el tubo que comunica la vejiga con el exterior) se prolapsan en conjunto. Entre los síntomas está la urgencia urinaria, las pérdidas de orina durante las relaciones sexuales, y en casos más graves, dificultad para orinar y riesgo de infecciones debido a un mal vaciado de la vejiga.

Rectocele

El recto cae sobre la pared posterior de la vagina. Esta modificación de la posición del recto afecta al movimiento intestinal y puede producirse estreñimiento, hemorroides, vaciado incompleto de las heces, sensación de presión y obstrucción intestinal.

Prolapso uterino

El útero desciende por la vagina, asomando primero el cuello y después el cuerpo uterino.

En los casos más graves, el útero sale por completo a través de la apertura vaginal hacia el exterior.

Prolapso de la cúpula vaginal

La cúpula vaginal, área localizada en la parte más alta de la vagina, puede descender haciendo que la vagina, que es un saco ciego, se de la vuelta como un calcetín, quedando la parte interna por fuera. Es frecuente en mujeres a quienes se ha realizado una histerectomía, es decir, que les han extirpado el útero.

Enterocele

Las asas intestinales descienden por el hueco entre el recto y la parte posterior de la vagina. Puede ocurrir de forma aislada o asociarse a rectocele o también a prolapso uterino.

Grados de prolapso

Atendiendo a su gravedad puede clasificarse en cuatro grados para los que existe un tratamiento específico.
Grados de prolapso I o leve: descenso ligero en el interior de la vagina.
Grados de prolapso II o moderado: el descenso llega a la entrada de la vagina.
Grados de prolapso III: el órgano descendido traspasa el orificio vaginal hacia el exterior, la mujer puede notar el bulto.
Grados de prolapso IV o total: el órgano (vejiga, útero o recto) sale completamente al exterior, tanto en esfuerzo como en reposo.

En cuanto al tratamiento de los dos primeros grados de prolapso, si ocasionan molestias, deben ser tratados mediante fisioterapia especializada en suelo pélvico, además de llevar a cabo un cambio de hábitos, entre ellos. Dietéticos, si existe sobrepeso o estreñimiento; eliminar el tabaco si la mujer tiene enfermedades respiratorias; limitar el sobreesfuerzo físico; llevar una vida activa realizando ejercicios…

La cirugía generalmente se hace necesaria en los grados de prolapso III y IV para extirpar el órgano que ha salido al exterior y para reconstruir el defecto por medio de la colocación de mallas sintéticas que actúan como tejido de sostén y contrarrestan el suelo pélvico debilitado. Tras la cirugía, es igualmente conveniente seguir una rutina de ejercicios así como unas pautas de higiene postural y hábitos de vida saludables, para contribuir al éxito de la intervención y evitar que se vuelva a producir cualquiera de los tipos de prolapso.

Prevención y diagnóstico

Me gustaría despedirme subrayando dos aspectos muy importantes, la prevención y el diagnóstico precoz.

En cuanto a la primera, es fundamental mantener una rutina de ejercicios de suelo pélvico para evitar problemas en un futuro.

En lo que al diagnóstico se refiere, detectar cualquier tipo de prolapso lo antes posible ayudará a que no se incremente su gravedad y haya que recurrir a una cirugía para repararlo.

Y ahora que ya conoces los distintos grados de prolapso porque hayas sufrido alguno y ya te has recuperado, si lo padeces ahora mismo (o no, pero tienes dudas al respecto), o si, simplemente, quieres compartir algo en relación a este tema, ¡deja tu comentario aquí abajo! Seguro que otras mujeres pueden aprender mucho gracias a tu experiencia. No te pierdas ninguna de las recomendaciones que publicamos todas las semanas apuntándote a nuestra newsletter.

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Escrito por: Laura Rojas (Fisioterapeuta En Suelo Firme)

Fisioterapeuta especializada en suelo pélvico y licenciada en Periodismo por la UCM, combina su labor asistencial como fisioterapeuta pelviperineal con su labor divulgativa a través de En Suelo Firme. Su formación y experiencia en el ámbito de la comunicación se unen a una fuerte vocación de servicio y a un inagotable interés por la salud integral de la mujer, desarrollada en el ámbito de la fisioterapia obstétrica y uroginecológica, valorando y tratando los trastornos funcionales del periné, que pueden afectar a nivel urológico, coloproctológico, ginecológico y sexológico, con el objetivo de mejorar la calidad de vida de la mujer y el hombre en las distintas fases de su ciclo vital.

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