¿Sientes que tus rectos del abdomen están más separados de lo normal? ¿Al realizar un esfuerzo, como incorporarte de la cama, parece que algo sale hacia fuera en la zona de tu ombligo? Si te sientes identificada este artículo te puede interesar, ya que te contamos qué es la diástasis abdominal.

Qué es la diástasis abdominal

La diástasis abdominal es la separación de los músculos rectos del abdomen como consecuencia de un daño en el tejido conectivo que, en condiciones normales, los mantiene unidos entre sí, y a la línea media del cuerpo, la denominada línea alba. Es un problema funcional y estético más habitual de lo que a priori puede parecer.

Todos podemos llegar a tener una separación de rectos, independientemente de la edad, de si eres hombre o mujer, de si realizas deporte habitualmente o eres una persona sedentaria. Si bien es cierto, hay un periodo crucial en la vida de la mujer que aumenta considerablemente las posibilidades de sufrir esta disfunción. Efectivamente, durante el embarazo. Y es que nada menos que el 66% de las embrazadas tiene diástasis de rectos en el tercer trimestre. El problema aparece cuando, una vez se ha dado a luz, el abdomen no se recupera como es debido.

¿Para qué sirven los rectos del abdomen?

Los rectos abdominales izquierdo y derecho son esas dos hileras musculares dispuestas como “onzas de chocolate” que constituyen la famosa tableta. Estos músculos están unidos entre sí por un tejido conjuntivo fibroso, rico en colágeno, y van desde la cara anterior de las costillas a la parte superior del pubis, es decir, ocupan la parte anterior del compartimento abdominal.

La principal función de estos músculos es la de mantener el cuerpo erguido, permitir la flexión del tronco, cuando se contraen a la vez; y la inclinación, hacia el lado de la porción que se contrae; así como actuar durante la respiración limitando la inspiración y favoreciendo la espiración.

Pero, ¿qué tiene que ver la diástasis de rectos con el suelo pélvico? Pues mucho. Ya que la gestación tiene una influencia importante sobre el suelo pélvico. Pero no solo por eso, sino porque el suelo pélvico no actúa de forma aislada en el cuerpo sino que necesita la ayuda de algunos colegas de profesión. El diafragma, la columna lumbar y… la pared abdominal. Es necesario que todos estos elementos actúen de manera armónica, ya que el fallo en alguno de ellos repercutirá inevitablemente en el resto.

Por eso, si tras dar a luz te han diagnosticado o sospechas que puedes tener una diástasis abdominal, la recuperación de tu abdomen y la estabilidad de tu core van a ser el primer hito a conseguir en la rehabilitación posparto de tu suelo pélvico.

Factores de riesgo para la diástasis de rectos

1. Aumento de peso

Los aumentos excesivos de presión en la cavidad abdominal provocados por un incremento del peso corporal pueden provocar que la línea alba se dañe al no soportar la tensión a la que se ve sometida.

2. El embarazo

Durante la gestación se produce una respuesta fisiológica natural en el cuerpo de la futura mamá para adaptarse a los cambios que genera el crecimiento del bebé. A fin de brindarle el espacio que necesita para desarrollarse, tiene lugar una gran distensión en los tejidos de la pared abdominal. Esto se une, además, a un importante cambio hormonal, aumentándose la concentración de hormonas como la relaxina, progesterona, elastina y estrógenos, que alteran la composición del colágeno, haciendo que se debilite el tejido conectivo que une los rectos. Los embarazos múltiples, los bebés de mucho peso o una embarazada con poco tono muscular, son otros de los factores de riesgo en la aparición de la diástasis abdominal de rectos.

3. El parto

No sólo el embarazo puede provocar la separación de los rectos del abdomen. Los partos complicados con muchas horas de pujo también pueden dañar este tejido. Y las cesáreas no son ninguna garantía para evitarlo.

4. Trabajo abdominal

Cuando ejercitas los rectos del abdomen aumentas la presión en el interior del compartimento abdominal, algo que también sucede cuando realizas grandes esfuerzos mantenidos o continuos, como cargar y transportar pesos elevados.

Síntomas de diástasis abdominal

La diástasis no es sólo un problema estético caracterizado por un vientre de aspecto flácido y descolgado, del que incluso salen bultos al realizar un esfuerzo (la pared abdominal no es capaz de contener las vísceras y éstas protuyen hacia el exterior creando un abultamiento). Es también un problema funcional, puesto que existe una importante relación con las disfunciones del suelo pélvico, como la incontinencia urinaria, los proplapsos y el dolor pélvico.

Pero no sólo eso, ya que también se relaciona con una mala estabilización del centro corporal, lo que repercute directamente en el mantenimiento de la postura, dolores de espalda, problemas digestivos como malas digestiones, gases o estreñimiento y la posibilidad de herniación de las vísceras abdominales.

Entonces, ¿cómo saber si tienes diástasis abdominal? La valoración manual por parte de un fisioterapeuta es suficiente para confirmar su existencia, pero el diagnóstico puede completarse realizando una ecografía funcional de la pared abdominal. De manera orientativa, sin que sustituya en ningún caso la valoración por parte de un profesional sanitario, puedes realizar tú misma un sencillo test para comprobarlo.

Túmbate boca arriba sobre una superficie estable con las rodillas flexionadas y las plantas de los pies apoyadas. Coloca un brazo detrás de la cabeza y las yemas de los dedos de tu mano libre en el abdomen a través de tu ombligo. Realiza un abdominal tradicional, es decir, eleva tu cabeza y tus hombros hacia las rodillas. Palpa con las yemas de los dedos los lados de los rectos abdominales, de esa imaginaria tableta de chocolate. ¿Sientes que hay una especie de brecha entre ellos? Si entre estos dos músculos existe una separación de más de dos dedos, o lo que es lo mismo 2,5 cm, podemos decir que existe una diástasis de rectos.

¿Se puede curar la diástasis abdominal?

La diástasis de rectos se puede mejorar, pero la recuperación completa, la vuelta a la posición y aspecto iniciales es muy difícil de lograr. El éxito del tratamiento dependerá en gran medida de la distancia de separación, en anchura y profundidad, que se haya producido entre tus músculos.

Además de ponerte en manos de un profesional, que evalúe tu caso y diseñe un plan de tratamiento especialmente adaptado a tus necesidades, puedes poner en práctica estas recomendaciones que te ayudarán a revertir o, por lo menos, no aumentar la separación de tus rectos abdominales.

1. No hagas abdominales tradicionales

Todavía hoy son muchas las mujeres que piensan que la mejor forma de reducir su perímetro abdominal y perder esa incómoda tripita consiste en realizar interminables baterías de ejercicios abdominales; aunque los ejercicios abdominales tradicionales, esos en los que realizas una flexión del tronco aproximando las costillas a la pelvis, no son aconsejables si tienes diástasis, al meno sen las primeras fases de rehabilitación posparto.

Los abdominales clásicos pueden suponer un riesgo para el suelo pélvico, especialmente si éste se encuentra debilitado o si sufres un prolapso. Si tus rectos del abdomen están más separados de lo habitual, el primer paso será tonificar la musculatura profunda del abdomen y, solo una vez que esta musculatura y la del suelo pélvico se han integrado correctamente en los movimientos, podremos pasar a incluir la acción de los rectos abdominales a través de ejercicios específicos controlando siempre el efecto que tienen sobre el periné.

Asimismo, las posturas de torsión y los impactos pueden empeorar la situación.

2. Tonifica el músculo transverso

El principal objetivo va a ser recuperar la funcionalidad abdominal. Para ello vas a tener que trabajar a conciencia el transverso del abdomen, un músculo abdominal profundo que separa las vísceras de la tableta. O lo que nos gusta decir a nosotras, a modo de grito de guerra: ¡Activa tu core!

3. Evita valsalvas

O lo que es lo mismo, los esfuerzos en apnea aguantando la respiración y de los que probablemente no seas consciente. Hay que evitar todo aquello que suponga una presión en el abdomen, como por ejemplo, coger o transportar peso, realizar pujos para defecar, o levantarte de la cama sin ponerte de lado previamente.

4. Acaba con el estreñimiento

Además de un problema digestivo bastante molesto, el estreñimiento es uno de los grandes enemigos de nuestro suelo pélvico y, en caso de tener diástasis de abdomen, con más razón deberemos evitarlo, pues los esfuerzos defecatorios que realizan las personas estreñidas en el momento de la evacuación suponen una hiperpresión abdominal que puede aumentar aún más la separación entre los rectos del abdomen, así como perjudicar los músculos del periné.

5. Espera para quedarte embarazada

Si puedes evitarlo, dale a tu cuerpo el tiempo y los cuidados necesarios para recuperarse. Una vez que esto suceda, ya tienes mi humilde permiso para embarcarte en la aventura de un segundo embarazo, en el que, por supuesto, te animo a que lleves a cabo una prevención supervisada por un buen profesional para evitar que la diástasis abdominal vuelva a aparecer.

6. Practica gimnasia hipopresiva

En nuestro objetivo de recuperar la funcionalidad del abdomen, necesitaremos trabajar la cincha abdominal. Como te explicaba en el artículo sobre los abdominales hipopresivos, realizando esta técnica experimentarás beneficios tanto a nivel de la musculatura profunda del abdomen como en los músculos y tejidos de tu suelo pélvico. Eso sí, te recomiendo consultar con una especialista para asegurarte de que realizas los ejercicios correctamente y tienen en tu abdomen el efecto que buscamos: recuperar la funcionalidad de tu abdomen.

7. Usa fajas específicas para diástasis abdominal

Llevar 24 horas al día una faja para diástasis abdominal no logrará por sí misma que tu core se active y tu músculo transverso del abdomen se tonifique. Sin embargo, si tu transverso está muy debilitado y el tejido fascial seriamente lesionado, existen fajas especialmente diseñadas que están dando buenos resultados y cuya función es la de aproximar los rectos del abdomen para que cicatrice la línea alba, actuando como un corset natural produciendo la cicatrización del tejido dañado. Eso sí, su uso debe ir acompañado de un programa de entrenamiento de la musculatura profunda del abdomen, sin olvidar el resto de consejos para la vida diaria que protegen tu abdomen.

8. Cirugía para la dehiscencia de rectos

La intervención quirúrgica será el tratamiento de elección sólo en los casos más severos, aquellos que no avanzan tras un programa de recuperación guiado por un especialista, aquellos en los que existe dolor al contraer la musculatura abdominal, si los problemas de incontinencia persisten, o si la lesión de la pared abdominal es importante. En caso de recurrir a una abdominoplastia, la fisioterapia seguirá teniendo un importante papel tanto antes como después de la cirugía: antes, ayudando a que la musculatura llegue al día de la operación en el mejor estado posible, y después, favoreciendo la recuperación de los tejidos y reprogramando la cincha abdominal para que la diástasis recti no vuelva a aparecer.

Esto es todo lo que quería contarte acerca de qué es la diástasis abdominal, mostrándote las distintas opciones a tu alcance para hacerle frente si ya la padeces, y animándote a prevenirla para que, a ser posible, ¡no aparezca jamás! Si tienes dudas, quieres compartir tu caso con nosotras o conoces otras técnicas eficaces que no he mencionado en este post… ¡Déjanos un comentario!

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Escrito por: Laura Rojas (Fisioterapeuta En Suelo Firme)

Fisioterapeuta especializada en suelo pélvico y licenciada en Periodismo por la UCM, combina su labor asistencial como fisioterapeuta pelviperineal con su labor divulgativa a través de En Suelo Firme. Su formación y experiencia en el ámbito de la comunicación se unen a una fuerte vocación de servicio y a un inagotable interés por la salud integral de la mujer, desarrollada en el ámbito de la fisioterapia obstétrica y uroginecológica, valorando y tratando los trastornos funcionales del periné, que pueden afectar a nivel urológico, coloproctológico, ginecológico y sexológico, con el objetivo de mejorar la calidad de vida de la mujer y el hombre en las distintas fases de su ciclo vital.

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